Dans mon coin

Dans mon coin


Bienvenid@ a mi rincón, mi espacio privado de reflexión y meditación. Aquí me refugio del mundanal ruido e intento encontrar la paz interior, procesando todo aquello que me ha removido el alma para después, en forma de palabras e imágenes, exponerlo a la luz sanadora. 

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Te quiero


Te quiero, te amo, gracias… Hace tiempo me di cuenta de que cada vez que pulso el disparador de la cámara de fotos, ya sea ante un paisaje, un momento insólito, un objeto cualquiera, un animal, una persona… lo que de verdad estoy haciendo es manifestar este sentimiento. Al principio sucedía de forma inconsciente, hasta que los miles de instantes que me regaló este instrumento maravilloso me revelaron el verdadero sentido detrás de ese acto tan profundo. El placer, el agradecimiento, la comunión, la belleza compartida a través de la fotografía, tenían una explicación que iba mucho más allá de la obra en sí. Un eco dentro de mí me susurró el secreto. Y entonces me fue muy fácil comprender por fin. Así entendí que cada vez que suena el obturador, con una precisión y una claridad cristalina, y a través de la luz que cruza el objetivo y se fija en la película, suena la voz que traduce el click en el mensaje verdadero: te quiero, te amo, gracias… 


Alejandra Estrada, Maestra de Yoga, una estrella en el camino...

Busco


Busco la belleza, el amor, la alegría, la ternura, la pasión, la entrega, la fidelidad, la paz, la delicadeza, la generosidad; en definitiva, busco todo aquello que nos une, que nos identifica como una pequeña pero muy importante parte del todo. Tiempo atrás dejé de prestarle atención a los detalles que nos hacen diferentes, que nos separan, que nos enfrentan. Las ideologías, los colores, las banderas, no son sino convenciones, paradigmas o arquetipos creados por el hombre para mantener viva la división y así frenar nuestro crecimiento. Con mis posaderas, mi sexo, mis piernas, mis manos, en contacto directo con mi animal, sé, porque lo siento, que somos uno y lo mismo. Expresiones puras de la divinidad en su infinito anhelo por manifestarse, por experimentarse... y así caminamos lentamente por la vida, observando, disfrutando, agradeciendo… 

Mr. Lobster


Mi querido y admirado amigo Adriano Fernández Osinaga prepara el lanzamiento de su próximo proyecto artístico bajo el seudónimo de Mr Lobster. Un disco seguro que lleno de composiciones exquisitas nacidas de su talento y sensibilidad, también exquisitos. Estará acompañado por la voz y la guitarra de otra enorme artista, Victoria Rose. Adriano se expresa desde el corazón, ya sea tocando el serrucho, el piano, o cualquier cosa que le llame la atención en un momento particular. Puede ser un instrumento musical, o quizá una nueva disciplina artística no probada anteriormente. Da igual. Él, tocado por las musas del mundo inmaterial, nos revela con su manera de enfrentar la creación un mensaje conmovedor: no hay nada que no pueda ser, no hay nada imposible, no existe reto que nazca de la pureza del corazón que no pueda ser alcanzado. Y así avanza imparable en su camino, cada día más bello, más florido, y más ancho.

Es para mí una gran suerte poder participar en su proyecto y aportar mi granito de arena.

La ley de atracción


La ley de atracción, o ley de mentalismo en el Kyblalión, sostiene que los pensamientos, conscientes o inconscientes, constituyen una forma de energía que vibra a una velocidad determinada en función del nivel de intensidad emocional que los acompaña. Y que de la emisión de cada uno de ellos se deriva una vibración similar que surge como fuerza que vuelve al emisor de la misma forma. Una de sus manifestaciones es simple y preciosa de observar. Si colocamos dos pianos en la misma habitación, y pulsamos una tecla cualquiera en uno de ellos, por ejemplo un si bemol, esa cuerda con esa nota concreta comenzará a vibrar y sonar en el otro piano sin que hayamos tocado nada. Dicen también los sabios, supongo que en forma de resumen de esta ley, que recibimos lo que emitimos, igual que lo que es arriba es abajo, lo que está dentro se muestra en el exterior, etc. Así, en la belleza que muestran las personas en un instante fotográfico se refleja toda la belleza que guardan en su interior, y que a veces no son capaces de mostrar de forma consciente.

Adriano


Un sonido embriagador, envolvente, mágico, me sorprendió aquel día paseando por las calles de Coruña. Era un hilo de plata que tiraba de mí, llevándome sin remedio en busca de su fuente. Como canto de sirena que arrastra a Ulises hacia las rocas, así me hallaba yo caminando como un autómata hacia mi descubrimiento. No tardé en encontrarlo. En la calle Real, delante de una tienda de marcos, allí estaba. Adriano Fernández Osinaga acariciaba con su arco un serrucho musical del que emanaba aquella música celestial. Hipnotizado, el tiempo se detuvo mientras le observaba, atento a cada nota de aquella preciosa melodía. Disparé mi cámara sin cesar, estaba presenciando la manifestación de la magia en acción. Entendí aquel instante como un nuevo regalo del bendito Universo, y cuando terminó me acerqué a saludarle y reconocer su enorme genialidad. Desde aquel día me une a él una verdadera amistad no exenta de una enorme admiración por su talento y sensibilidad.

Niños (felices)


Estaba llorando.

Lo vi a través de la ventanilla mientras maniobraba marcha atrás para aparcar mi coche. Allí, de pie, quieto, apenas a un par de metros de distancia.

La cabeza gacha, mirada al suelo, su cuerpecito agitado de forma intermitente por pequeñas convulsiones, acompañadas de más lágrimas, más llanto.

Se me partió el alma.

Su madre le reñía de cuando en cuando en un idioma para mi desconocido.

El padre, sentado en el asiento de atrás de su coche, parecía estar completamente ausente, en otra dimensión quizás, ajeno al dolor, la tristeza, y también la vergüenza que en ese momento único e irrepetible estaba sintiendo su hijo indefenso.


El chico, de unos ocho años de edad, intentaba mantener la serenidad, pero su pena era más grande que él. 

Le busqué con la mirada, intentando comunicarme, decirle que yo también era niño como él, que le comprendía, que me cediera la mitad de su dolor para ayudarle a salir del paso, que después de la tormenta llega la calma, que enseguida sería mayor y ya nadie podría hacerle daño, pero…

Él no levantó los ojos del suelo en ningún momento. 


Pasé al ladito suyo, quise ser él.

Miré a su madre, suplicando compasión con los ojos, pero ella también me pareció ausente. Yo ya no era yo. Era la pena de aquel niño, la de todos los niños que sufren, y la de los animales y las plantas también… Y así, llorando como un niño, como aquel niño bonito, salí a la calle, sin entonces recordar por qué ni para qué había venido. Deambulé un rato hasta que comprendí la escena. Porque se trataba de eso, de una escena proyectada en la pantalla del cine de la vida..

En ese momento de aparente tristeza sentí un amor diferente al conocido hasta el momento. Me vi con total claridad y precisión en el alma y el corazón de todos los seres vivos sin excepción. No puedo negar que quedé desconcertado.

¿Cómo era posible entonces que hubiera un solo gramo de dolor en la tierra? ¿Por qué razón no éramos capaces de vivir en felicidad plena y amor sabiendo que todos somos el mismo? 

Al cabo de un largo rato regresé.

Allí estaban ellos, padre, madre e hijo, sentados en su coche, cada uno perdido en la pantalla de su móvil. Pero ahora ya tranquilos.

Había pasado la tormenta. Pero los sentí solos. Juntos, pero muy solos.

Pensé en lo bonito que sería un mundo en el que todos los seres, y en especial los niños, fueran siempre felices, y la palabra sufrimiento ni siquiera formara parte de su vocabulario.

Vivo


Por las calles me paseo.

Y por los campos,  la playa… y en los bosques cercanos.

Paseo y observo.

Vivo el presente.

Amo la tierra bajo mis pies, el viento que acaricia mi pelo, el agua que calma mi sed, el fuego que me calienta las frías noches de invierno.

Me gusta mi vida.

Tengo todo lo que necesito, y me siento uno más en este bello Universo del que todos formamos parte. 

No pienso en lo que hice ayer ni lo que haré mañana.

Solo puedo vivir el momento.

Soy feliz.

Uso de razón


El mal llamado “uso de razón” nos es otorgado al cumplir los siete  años… Hasta entonces, el hemisferio derecho de nuestro cerebro es el encargado de almacenar e interpretar recuerdos, darle sentido a las relaciones, procesar las emociones… En definitiva, de construir la personalidad con la que caminaremos el resto de nuestra existencia. Una persona que haya tenido la suerte de ver satisfechas sus necesidades de amor, juego, diversión, libertad, alegría y felicidad durante este primer septenio habrá estructurado y fijado en su ser una esencia alegre, creativa y segura de sí misma. 

Nicolás de France Marcos, ocho años recién cumplidos…

Sueño


En la milenaria sabiduría de los Toltecas, lo que nosotros denominamos “realidad”, es  decir, el mundo que percibimos en nuestra vigilia, no es más que un sueño. Ellos lo llaman el Tonal. En cambio, el mundo de los sueños, el Nahual, es lo que ellos definen como auténtica realidad, un mundo cuántico que contiene absolutamente todas las infinitas posibilidades a las que el humano puede acceder y materializar en el Tonal. Es como si nuestra existencia fuera la proyección de una sola de esas realidades que conviven en el Nahual en un estado de potencialidad. Por medio de la ensoñación, el acceso al mundo de los sueños de forma consciente, cualquier ser puede sanar enfermedades, encontrarse con familiares o amigos, tener experiencias que siempre deseó y nunca tuvo, romper limitaciones terrenales, o cualquier cosa que alcance a imaginar. Y por supuesto, “traerlo” o materializarlo en nuestro mundo denso. Allí no existe el tiempo, ni el espacio, dimensiones que nos son necesarias para entender y manejarnos en nuestras vidas, pero inconcebibles en los mundos sutiles. Como expresiones que somos de la divinidad, todos tenemos acceso a ese maravilloso mundo infinito, solamente se requiere un poco de entrenamiento y el deseo de ampliar nuestra percepción para transcender nuestras limitaciones.

Vida vegetal


No hay en mi opinión mayor expresión de lo sublime en nuestro Universo que la flor. Contiene toda la belleza, la fragilidad, la delicadeza, el amor y la sensualidad que soy capaz de imaginar. La madre tierra nos lo ofrece de regalo constantemente, y aunque parece que estuviéramos acostumbrados a ellas, me resulta un ejercicio casi místico detenerme a observarlas, olerlas, tocarlas, saborearlas… e incluso escucharlas. A través de ellas entiendo mejor el sentido del amor, la generosidad, la entrega… y expreso mi agradecimiento por ayudarme a tomar conciencia de lo que somos y lo que hacemos aquí.

Morir de pena


Morir de pena…


José Silvelo pasaba la mayor parte del tiempo cuidando sus vacas en los prados de las montañas de la sierra del Courel, entre la Cruz de Outeiro y Soldón de Seara.


Allí lo encontraron… tumbado, en medio del campo. Sultán, su fiel amigo, estaba echado junto a él, y no dejaba que nadie se acercase a su amo. Era una cálida y brillante mañana del mes de Mayo. Tres días antes, José había acudido al hospital para ver a su hermano, y de paso averiguar la verdad de sus constantes visitas y periodos de internamiento. Neumonía, nada grave, le decían. Pero él sospechaba que le ocultaban algo, de modo que buscó al médico que lo trataba y le preguntó… Las palabras del doctor le dejaron herido de muerte… Deni, su único y amadísimo hermano, su amigo, su compañero, su protector, tenía los días contados. Un cáncer de pulmón se lo llevaba sin remedio.


Por eso aquella mañana, el bueno de José, hombre amable, alegre, entrañable, amante de la tierra, de los animales, de sus amigos, y por encima de todo, de su madre, de su perro y de su hermano, se fue sin hacer ruido, su corazón roto por una pena imposible de soportar… Los campos inmensos de la sierra del Courel, que lo habían querido como a un hijo, presenciaban su despedida en una mezcla de incredulidad y desazón. 

Deni recibió la noticia en su cama del hospital, tan consumido ya por esa terrible enfermedad que no pudo acudir al entierro de su hermano. No soy capaz de imaginar lo que debió sentir al enterarse. Tanto lo había cuidado, tanto se había ocupado y preocupado de José, tanto lo había querido, protegido, y sin embargo… Quizás, el único consuelo que le quedaba era saber que no tardaría en reunirse con él.

Conocí a los hermanos SIlvelo en las fiestas de Soldón hace algunos años, y en seguida sentí por ellos un cariño especial, hasta el punto de que inspiraron una historia que nunca llegué a filmar. Se llamaba “El Meu Sultán”. Ahora me pregunto si debería hacerlo… supongo que no, que es mejor que descansen de verdad y para siempre. Seguro que su madre, María, que tiene 94 años, está tranquila, sabiendo que sus hijos esperan por ella sin prisa, en ese lugar donde el tiempo no existe.

1+1=3


Dicen los maestros de diversas cosmovisiones que en nuestra realidad infinita e inmensa, uno más uno no suman dos. Que el amor es una energía creadora, que todo lo expande, y que es el único motor que mantiene el universo en constante movimiento. Cuando dos almas se unen en este plano en el que nos encontramos y se funden por medio de esa energía maravillosa, se crea un tercer ser, fruto de esa unión y que contiene a ambos. Llevado al plano terrenal, y cuando ello forma parte de la voluntad conjunta, la unión de dos amantes tiene como fruto un tercero, un retoño. De ahí que uno más uno no sume dos, sino tres

Volver a empezar


Cada ciclo se repite de la misma forma. Parto de la claridad, la pureza, la paz… pero a medida que camino por este mundo, los acontecimientos, las circunstancias, los encuentros, van ensuciándome poco a poco, y la luz se va opacando, oscureciendo, hasta que de nuevo tengo la sensación de estar perdido, abandonado, y me siento triste, enfadado y también impotente. Es entonces momento de iniciar un proceso de limpieza profunda, de volver al centro, donde encuentro todas las respuestas, la fuerza, la claridad, y el amor para seguir aprendiendo. Es un trabajo que no puedo hacer solo, pero nunca lo estoy. El Universo siempre me envía la ayuda que necesito. Tras el profundo lavado del alma, nada como recobrar la fuerza y la energía que nos llega desde nuestra increíble estrella, el Sol, antes de iniciar de nuevo la marcha, de seguir el camino, de volver a empezar…

Chona


Chona es como un delicado colibrí en medio de territorio de rapaces, como una melodía en FM sonando por las ondas de amplitud modulada, de forma que por mucho que se gire el dial, no se alcanza a sintonizar. Su sensibilidad no es de este mundo, viene de más allá, igual que su belleza clásica y pura. Es conocida y admirada por su repostería fina. Gentes de todos los lugares acuden regularmente para deleitarse con ella, y no perderse ni un detalle de sus nuevas creaciones. Son tartas y pasteles que prepara con delicadeza y esmero, que vuelven locos y locas a los amantes de los dulces. En su cocina destila más que el talento, la magia, con la que seguro que conseguiría la misma excelencia en cualquier tipo de manifestación artística que se le antojara.